Sacar el cancerbero a la luz del día fue el último de los trabajos de Hércules. Un escritor inglés del siglo xviii, Zachary Grey, interpreta así la aventura:
Este perro con tres cabezas denota el pasado, el presente y el porvenir, que reciben y, como quien dice, devoran todas las cosas. Que fuera vencido por Hércules prueba que las Acciones heroicas son victoriosas sobre el Tiempo y subsisten en la Memoria de la Posteridad.
Según los textos más antiguos, el cancerbero saluda con el rabo (que es una serpiente) a los que entran en el Infierno, y devora a los que procuran salir. Una tradición posterior lo hace morder a los que llegan; para apaciguarlo, era costumbre poner en el ataúd un pastel de miel.
En la mitología escandinava, un perro ensangrentado, Garmr, guarda la casa de los muertos y batallará con los dioses, cuando los lobos infernales devoren la luna y el sol. Algunos le atribuyen cuatro ojos; cuatro ojos tienen también los perros de Yama, dios brahmánico de la muerte.
El brahmanismo y el budismo ofrecen infiernos de perros, que, a semejanza del cerbero dantesco, son verdugos de las almas.
En la mitología escandinava, un perro ensangrentado, Garmr, guarda la casa de los muertos y batallará con los dioses, cuando los lobos infernales devoren la luna y el sol. Algunos le atribuyen cuatro ojos; cuatro ojos tienen también los perros de Yama, dios brahmánico de la muerte.
El brahmanismo y el budismo ofrecen infiernos de perros, que, a semejanza del cerbero dantesco, son verdugos de las almas.
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