jueves, diciembre 20, 2007

Leyendas urbanas (1ª parte)

Texto copiado integramente (incluso la foto) de losmalditos80 , fotolog que critica de forma comica (o eso me transmite) la decada de los 80, muy recomendado para recordar viejos tiempos y reirse un rato con las verdades que dice.

Aqui os dejo su relato, copiado tal cual porque me parece buenisimo!


Las leyendas urbanas siempre han formado parte de la cultura popular del siglo XX, pero fue en los ochenta cuando adquirieron especial virulencia al incluir el demencial imaginario ochentero en las patrañas orales que circulaban de boca en boca. De esta manera se conseguían espeluznantes historietas que incluían payasadas bíblicas del estilo del orín de rata en las latas de Sprite o las hamburguesas McDonalds con dientes humanos. Antes de meternos en materia es necesario que entendáis, bastardos todos, las dos principales características de una leyenda urbana:
-La persona que cuenta la historia siempre dice que lo que va a narrar le ocurrió a un amigo de un amigo, es decir, se crea un vínculo de cercanía que hace que la historia sea creíble. ("Le pasó a la hermana política del coreógrafo de mi madre la puta")
-En este mágico proceso del boca al boca, la historia va adquiriendo nuevos matices y detalles que hacen que el mensaje original se distorsione por completo. Ejemplo claro es el de la leyenda de Ricky Martin y el perro; ¿alguien sabe que cremoso alimento se puso la chica en su parrús? Algunos dicen que era mermelada de fresa, otros nata montada e incluso los más depravados comentan que era paté La Piara tapa negra.

En el decenio Tang hubo muchas leyendas urbanas que nos tragamos como buenos pardillos. E aquí una pequeña muestra de las más dantescas:

1. Leyenda:
Se decía que la mezcla de Peta Zetas y Coca Cola en nuestros buches nocilleros era letal. La ridícula muerte se producía entre espasmos y mortíferos espumarajos con sabor a cola. Consecuencias:
Íbamos acojonados al kioskero; sabíamos que aquel sobre de Peta Zetas era nuestro pasaporte al infierno.

2. Leyenda:

En la puerta del colegio, simpáticos camellos repartían calcomanías con droga a toda la muchachada.
Consecuencias:

Ya en los 90 intentamos buscar a esos generosos camellos por toda la ciudad sin resultado alguno. ¡Queríamos droga gratis como en los viejos tiempos!


3. Leyenda:
Los troncos de Brasil que nuestras queridas madres compraban para decorar el salón de casa contenían unas huevas de araña que tras su eclosión hacían aparecer en nuestro hogar cientos de venenosas arañas tropicales.
Consecuencias:

El negocio del Tronco de Brasil en tierras ibéricas se hundió. La puta planta fue a parar de cabeza al container.

4. Leyenda:
La ingesta conjunta de Coca Cola y aspirina producía en el cuerpo humano un aturdimiento muy similar al que notáis cuando salís de gambiteo el sábado por la noche y os tomáis unos 10 cubatas bien cargaditos de whiskazo barato.
Consecuencias:

Bayern aumentó la producción de aspirinas. Todos los jóvenes drogadictos y borrachuzos de media Europa querían pillar pedales a precio de saldo. Se denominó en jerga borracha como "la papa barata".


5. Leyenda:

Enrique Bunbury (Héroes del Silencio) fue suplente en el grupo infantil Parchís.
Consecuencias:
Hicimos odiosas comparaciones faciales entre Tino y Bunbury; dos carapanes de alto rango. El status de digno rocker que Bunbury construyó meticulosamente durante años fue destruido de un plumazo con esta leyenda de bajo calibre. ¡Que grande es el poder de la palabra gratuita!